LA BIBLIOTECA
Amén de lo manifestado en la entrada previa, seguramente, la atracción principal del Monasterio de San Millán, es el conjunto formado por la Biblioteca y el Archivo, que pueden ser considerados entre los mejores de España. El Archivo medieval consta, fundamentalmente, de dos cartularios (el Galicano y el Bulario) y de unos trescientos documentos originales. La Biblioteca se conserva tal como quedó definitivamente amueblada a finales del siglo XVIII (valga como ejemplo, el hecho de que no se permitió la instalación de luz eléctrica, para no modificar su estructura y esencia).
Una de estas rarezas bibliográficas a la que hacemos referencia, es el Evangelario de Jerónimo Nadal impreso en Amberes en 1595 o la Summa Casuum de Bartholomeus de Sancto Concordio, un incunable en perfecto estado, editado antes de 1475 y del que sólo se conservan cinco ejemplares en todo el mundo.
Pero el verdadero valor e interés de la biblioteca de San Millán (a nuestro humilde entender), no reside tanto en la cantidad de libros existentes, ni en los ejemplares raros que se conservan, sino en la posesión del primer registro escrito en idioma castellano, razón por la cual se denomina a San Millán de la Cogolla, como la cuna de la lengua castellana. Cuando decimos cuna de la lengua, cabe aclarar, que lo que se encuentra en esta biblioteca, es el primer registro escrito de la lengua castellana, puesto que origen de la lengua, obviamente es anterior pero nadie puede, a ciencia cierta, indicar el lugar y el tiempo de su origen, aunque algunos estudiosos señalan a la región de Cantabria, como el lugar donde se comenzó a hablar esta lengua.
En la biblioteca del monasterio, dormía durante siglos un códice latino, el Aemilianensis 60, que en su página 72, contenía escrito en uno de sus márgenes, algunos apuntes o anotaciones en lenguas diferentes, entre las cuales aparecen anotaciones en castellano y otras 2 en vasco (razón por la cual, aparentemente, San millán, también sería la poseedora, del primer registro escrito del Euskera). Este códice 60, que tradicionalmente se conoce como Glosas Emilianenses, actualmente se guarda en la Academia de la Historia y una copia de los mismos se guarda en San Millán. Estas anotaciones, presumiblemente, fueron realizadas en el siglo X, (aunque investigaciones recientes aseguran que tal vez fueron realizadas ya entrado el siglo XI), por alguno de los monjes que habitaba en San Millán, para facilitarse la tarea en sus oraciones cotidianas, ya que el latín era una lengua escrita culta bastante difícil y compleja, inclusive para algunos clérigos.
Una de estas rarezas bibliográficas a la que hacemos referencia, es el Evangelario de Jerónimo Nadal impreso en Amberes en 1595 o la Summa Casuum de Bartholomeus de Sancto Concordio, un incunable en perfecto estado, editado antes de 1475 y del que sólo se conservan cinco ejemplares en todo el mundo.
Pero el verdadero valor e interés de la biblioteca de San Millán (a nuestro humilde entender), no reside tanto en la cantidad de libros existentes, ni en los ejemplares raros que se conservan, sino en la posesión del primer registro escrito en idioma castellano, razón por la cual se denomina a San Millán de la Cogolla, como la cuna de la lengua castellana. Cuando decimos cuna de la lengua, cabe aclarar, que lo que se encuentra en esta biblioteca, es el primer registro escrito de la lengua castellana, puesto que origen de la lengua, obviamente es anterior pero nadie puede, a ciencia cierta, indicar el lugar y el tiempo de su origen, aunque algunos estudiosos señalan a la región de Cantabria, como el lugar donde se comenzó a hablar esta lengua.
En la biblioteca del monasterio, dormía durante siglos un códice latino, el Aemilianensis 60, que en su página 72, contenía escrito en uno de sus márgenes, algunos apuntes o anotaciones en lenguas diferentes, entre las cuales aparecen anotaciones en castellano y otras 2 en vasco (razón por la cual, aparentemente, San millán, también sería la poseedora, del primer registro escrito del Euskera). Este códice 60, que tradicionalmente se conoce como Glosas Emilianenses, actualmente se guarda en la Academia de la Historia y una copia de los mismos se guarda en San Millán. Estas anotaciones, presumiblemente, fueron realizadas en el siglo X, (aunque investigaciones recientes aseguran que tal vez fueron realizadas ya entrado el siglo XI), por alguno de los monjes que habitaba en San Millán, para facilitarse la tarea en sus oraciones cotidianas, ya que el latín era una lengua escrita culta bastante difícil y compleja, inclusive para algunos clérigos.
La cita completa que aparece en el Códice, aproximadamente reza lo siguiente:
“Cono aiutorio de nuestro dueno dueno Christo dueno salbatore qual dueno get ena honore e qual duenno tienet ela mandatione cono Patre cono Spiritu Sancto enoe sieculos de lo sieculos. Fac nos Deus omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amén”
Cuya traducción, en el comienzo, podría leerse, más o menos, de la siguiente manera: “Con ayuda de nuestro dueño, dueño Cristo, dueño salvador, cual dueño de nuestro honor y cual dueño tiene el mandato, como padre como espíritu santo por los siglos de los siglos….”
Actualmente, estudios llevados a cabo recientemente por los investigadores riojanos Claudio y Javier García Turza, sobre otro códice que se halla en la Real Academia de la Historia, y que también se realizó en san Millán de la cogolla, con la signatura 46 adelantan al siglo X las primeras palabras escritas en romance hispano. A diferencia del códice emilianense 60, el códice 46 aparece fechado el 13 de junio del año 964, con lo que ya no quedan dudas sobre la datación exacta de estos primeros testimonios escritos del castellano.Actualmente, estudios llevados a cabo recientemente por los investigadores riojanos Claudio y Javier García Turza, sobre otro códice que se halla en la Real Academia de la Historia, y que también se realizó en san Millán de la cogolla, con la signatura 46 adelantan al siglo X las primeras palabras escritas en romance hispano. A diferencia del códice emilianense 60, el códice 46 aparece fechado el 13 de junio del año 964, con lo que ya no quedan dudas sobre la datación exacta de estos primeros testimonios escritos del castellano.
Cuya traducción, en el comienzo, podría leerse, más o menos, de la siguiente manera: “Con ayuda de nuestro dueño, dueño Cristo, dueño salvador, cual dueño de nuestro honor y cual dueño tiene el mandato, como padre como espíritu santo por los siglos de los siglos….”
Actualmente, estudios llevados a cabo recientemente por los investigadores riojanos Claudio y Javier García Turza, sobre otro códice que se halla en la Real Academia de la Historia, y que también se realizó en san Millán de la cogolla, con la signatura 46 adelantan al siglo X las primeras palabras escritas en romance hispano. A diferencia del códice emilianense 60, el códice 46 aparece fechado el 13 de junio del año 964, con lo que ya no quedan dudas sobre la datación exacta de estos primeros testimonios escritos del castellano.Actualmente, estudios llevados a cabo recientemente por los investigadores riojanos Claudio y Javier García Turza, sobre otro códice que se halla en la Real Academia de la Historia, y que también se realizó en san Millán de la cogolla, con la signatura 46 adelantan al siglo X las primeras palabras escritas en romance hispano. A diferencia del códice emilianense 60, el códice 46 aparece fechado el 13 de junio del año 964, con lo que ya no quedan dudas sobre la datación exacta de estos primeros testimonios escritos del castellano.
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