Con una noche de lluvia torrencial, el estadio de Vélez Sarsfield volvió a ser el marco de un punto de inflexión en lo personal y la carrera profesional de Charly García. La primera vez había sido en 1986, en el antológico festival Rock & Pop, cuando tiró a un camarógrafo del escenario y los músicos de su banda se asustaron tanto de su estado alterado que amenazaron con renunciar. Esa noche se escuchó por primera vez entre el público, tan impactado como los GIT, la tremenda frase: “Charly se muere mañana”.
Ayer, en la misma cancha, 23 años después, ocurrió todo lo contrario: la sensación general de las 45 mil personas fue que Charly García había regresado de un largo viaje que había comenzado en esa época de aquella noche de lluvia y locura, tal vez antes, tal vez después, no importa. Lo trascendente fue que, tal vez a la fuerza, tal vez por decisión propia, Charly volvió. Ayer fue la noche en que Charly volvió. Ni más ni menos que eso. Y el regreso que pretendió ser al menos espectacular terminó siendo épico, donde el inicio con suave llovizna desembocó en un auténtico diluvio.
El comienzo había sido a las 21.45, con el recordado tema instrumental “Operación densa”, de la banda de sonido de Pubis angelical. Ahí estaba Charly y lo recibió una ovación general. “¡Buenas noches! ¡Say no more!” fue su saludo y arrancó con “El amor espera”. Su banda 2009 estaba en pleno, con Hilda Lizarazu, Carlos García López, Fabián Quintiero y el fiel trío de músicos chilenos de los últimos años. Atrás, grandes telas blancas servían para las proyecciones y efectos especiales, una idea tan sencilla como bien aplicada, funcional e impactante, con desplazamientos verticales y zooms de las imágenes.
Durante las últimas semanas, los fans contaban con impaciencia los días que faltaban para el regreso de su ídolo a los escenarios. Anoche se dieron el gusto, justo el día en que cumplía 58 años, en un concierto que tuvo iguales dosis de emoción (por el reencuentro) como de incertidumbre (por la tormenta). Nada importó: faltaban casi dos horas y muchos litros de agua, más la convicción de los organizadores que habían asegurado a los medios que el recital no se suspendía por nada del mundo. Ganó el sentimiento de felicidad compartida, por parte de la gente que estaba abajo y también de los músicos que estaban arriba. Así, con semejante “aguante”, no hubo diluvio que –paradójicamente pudiera empañar la cita.
Las canciones se sucedían con un grito enorme enmarcándolas. Pasó el “Rap del exilio”, con Charly alejado de su piano de cola, parado al medio del escenario y comandando los pasos de baile, con su característica porte de arlequín alto y flaco, ahora con minúscula pancita. Hubo más calma con “No soy un extraño” y los sonido de bandoneón sintetizado, además del grito espontáneo de Charly para espantar al clima: “¡Fuera lluvia!”. Enseguida anunció un rock and roll, y –efectivamente- llegó el tremendo riff de “Cerca de la revolución”, con solo de guitarra del Negro García López.
La lista de temas fue muy similar a los shows de Perú y Chile, con una sucesión de hits que no dejaron espacio para el respiro. La banda pareció asentarse mejor a partir de “Chipi Chipi”, cuando la frase de rigor de la figura de la noche fue: “Siempre que llovió, paró, ¡Say No More es impermeable!”. Enseguida, su look incorporó un poncho de lana, justo antes de “Fanky” y las proyecciones con bolas de espejos gigantes y bailarines de siluetas setentosas.
Un momento de proporciones históricas fue la aparición de Luis Alberto Spinetta (“Mi ídolo y mi maestro”) para “Rezo por vos”, cuando el diluvio ya alcanzaba proporciones bíblicas. Poco después hubo que tapar los teclados del Zorrito y protegerlos, pero nada detenía la seguidilla de canciones, hasta terminar con “No voy en tren” y un regreso con “No me dejan salir”.
Una noche histórica, un cumpleaños más y el reencuentro de un grande con su gente. (Fuente: Diario Critica)
Ayer, en la misma cancha, 23 años después, ocurrió todo lo contrario: la sensación general de las 45 mil personas fue que Charly García había regresado de un largo viaje que había comenzado en esa época de aquella noche de lluvia y locura, tal vez antes, tal vez después, no importa. Lo trascendente fue que, tal vez a la fuerza, tal vez por decisión propia, Charly volvió. Ayer fue la noche en que Charly volvió. Ni más ni menos que eso. Y el regreso que pretendió ser al menos espectacular terminó siendo épico, donde el inicio con suave llovizna desembocó en un auténtico diluvio.
El comienzo había sido a las 21.45, con el recordado tema instrumental “Operación densa”, de la banda de sonido de Pubis angelical. Ahí estaba Charly y lo recibió una ovación general. “¡Buenas noches! ¡Say no more!” fue su saludo y arrancó con “El amor espera”. Su banda 2009 estaba en pleno, con Hilda Lizarazu, Carlos García López, Fabián Quintiero y el fiel trío de músicos chilenos de los últimos años. Atrás, grandes telas blancas servían para las proyecciones y efectos especiales, una idea tan sencilla como bien aplicada, funcional e impactante, con desplazamientos verticales y zooms de las imágenes.
Durante las últimas semanas, los fans contaban con impaciencia los días que faltaban para el regreso de su ídolo a los escenarios. Anoche se dieron el gusto, justo el día en que cumplía 58 años, en un concierto que tuvo iguales dosis de emoción (por el reencuentro) como de incertidumbre (por la tormenta). Nada importó: faltaban casi dos horas y muchos litros de agua, más la convicción de los organizadores que habían asegurado a los medios que el recital no se suspendía por nada del mundo. Ganó el sentimiento de felicidad compartida, por parte de la gente que estaba abajo y también de los músicos que estaban arriba. Así, con semejante “aguante”, no hubo diluvio que –paradójicamente pudiera empañar la cita.
Las canciones se sucedían con un grito enorme enmarcándolas. Pasó el “Rap del exilio”, con Charly alejado de su piano de cola, parado al medio del escenario y comandando los pasos de baile, con su característica porte de arlequín alto y flaco, ahora con minúscula pancita. Hubo más calma con “No soy un extraño” y los sonido de bandoneón sintetizado, además del grito espontáneo de Charly para espantar al clima: “¡Fuera lluvia!”. Enseguida anunció un rock and roll, y –efectivamente- llegó el tremendo riff de “Cerca de la revolución”, con solo de guitarra del Negro García López.
La lista de temas fue muy similar a los shows de Perú y Chile, con una sucesión de hits que no dejaron espacio para el respiro. La banda pareció asentarse mejor a partir de “Chipi Chipi”, cuando la frase de rigor de la figura de la noche fue: “Siempre que llovió, paró, ¡Say No More es impermeable!”. Enseguida, su look incorporó un poncho de lana, justo antes de “Fanky” y las proyecciones con bolas de espejos gigantes y bailarines de siluetas setentosas.
Un momento de proporciones históricas fue la aparición de Luis Alberto Spinetta (“Mi ídolo y mi maestro”) para “Rezo por vos”, cuando el diluvio ya alcanzaba proporciones bíblicas. Poco después hubo que tapar los teclados del Zorrito y protegerlos, pero nada detenía la seguidilla de canciones, hasta terminar con “No voy en tren” y un regreso con “No me dejan salir”.
Una noche histórica, un cumpleaños más y el reencuentro de un grande con su gente. (Fuente: Diario Critica)
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