En una nota anterior, (ver Geografías Urbanas: “Manzana Jesuítica”, una perla histórica en el corazón de Córdoba (1era parte) ) comenzamos a contarte parte de la historia de la “Manzana Jesuítica”, un increíble complejo edilicio, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000, que se encuentra ubicado en el centro histórico de la ciudad de Córdoba, en la manzana delimitada por la Av. Vélez Sársfield y las calles Duarte Quirós, Obispo Trejo y Caseros.
Continuando con más detalles de la misma, y para darnos una idea acabada de lo que representa este pedazo de historia, tengamos presente que la ciudad de Córdoba fue fundada por Jerónimo Luis de Cabrera en 1573 y este complejo de edificios ya comenzaba a instalarse en los solares concedidos por el Cabildo local en los inicios mismos de la fundación.
Precisamente en el año 1604, con Córdoba como capital, se creó la provincia Jesuítica de “Paracuaria”, una distribución administrativa dentro de la compañía, que tenía una extensión de más de 54.000 km2 y que abarcaba territorios que hoy pertenecen a Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia.
Desde sus inicios, los miembros de la Orden, tenían muy en claro el papel evangelizador de esta misión, un poco en contraste con el deseo colonizador (político y mercantil) de la Corona española; es por ello, que siempre intentaron mantener una autonomía real del poder español.
Es por ello que hacia el año 1616, para no depender de los tributos de los encomendados (vecinos feudatarios) y poder sostenerse de manera autónoma, se crea un sistema de Estancias, unidades de producción agrícola, cuya función era la de proveerle sustento económico a la Orden y sus emprendimientos.
Con el afán educativo, como uno de los principales objetivos de los Jesuitas, en la ciudad de Córdoba se crea, hacia en el año 1613, el “Colegio Máximo”, la segunda institución educativa establecida en América. Esta institución, ya en el año 1622, se transforma en Universidad; siendo la primera de nuestra región (ya que todavía no existía Argentina como tal) y la tercera en América, hecho que por el cual, la ciudad de Córdoba también es conocida como “La Docta”. Luego, con el paso de los años, esta misma Universidad, iba a seguir haciendo historia, porque la misma fue el epicentro de la primera reforma universitaria en el mundo. Precisamente en el año 1918 (50 años antes que el mayo francés), se produce una revuelta que logra modificar la estructura de la Universidad: Autonomía, cogobierno de los estudiantes, eliminación de condiciones sociales de ingreso (razón por la cual, a partir de ese momento, cualquier persona podría ingresar libremente a la Universidad) y gratuicidad.
Arquitectónicamente, cabe destacar la silueta y el frente de la Iglesia de la Compañía, con sus dos campanarios y su interior ricamente decorado, donde sobresale el magnífico retablo del mejor estilo barroco latinoamericano del siglo XVII. Lo mismo puede señalarse de la Capilla Doméstica, con su retablo excepcional, la pintura ornamental de su bóveda y una rara imagen de la virgen encinta.
En cuanto a los edificios de la Universidad y del Colegio de Monserrat, son destacados ejemplos de la arquitectura construida alrededor de patios con claustros abovedados. Atención especial merece el Salón de Grados (antigua Capilla de Españoles), con su rica decoración barroca, y la Biblioteca Mayor, que conserva un importante número de volúmenes pertenecientes a la antigua Biblioteca Jesuítica (con libros recopilados entre los siglos XVI y XVIII), donde también se albergan libros incunables y 7 volúmenes especiales de Biblias impresas en 7 lenguas antiguas, de las 10 que existen en todo el mundo.
Continuando con más detalles de la misma, y para darnos una idea acabada de lo que representa este pedazo de historia, tengamos presente que la ciudad de Córdoba fue fundada por Jerónimo Luis de Cabrera en 1573 y este complejo de edificios ya comenzaba a instalarse en los solares concedidos por el Cabildo local en los inicios mismos de la fundación.
Precisamente en el año 1604, con Córdoba como capital, se creó la provincia Jesuítica de “Paracuaria”, una distribución administrativa dentro de la compañía, que tenía una extensión de más de 54.000 km2 y que abarcaba territorios que hoy pertenecen a Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia.
Desde sus inicios, los miembros de la Orden, tenían muy en claro el papel evangelizador de esta misión, un poco en contraste con el deseo colonizador (político y mercantil) de la Corona española; es por ello, que siempre intentaron mantener una autonomía real del poder español.
Es por ello que hacia el año 1616, para no depender de los tributos de los encomendados (vecinos feudatarios) y poder sostenerse de manera autónoma, se crea un sistema de Estancias, unidades de producción agrícola, cuya función era la de proveerle sustento económico a la Orden y sus emprendimientos.
Con el afán educativo, como uno de los principales objetivos de los Jesuitas, en la ciudad de Córdoba se crea, hacia en el año 1613, el “Colegio Máximo”, la segunda institución educativa establecida en América. Esta institución, ya en el año 1622, se transforma en Universidad; siendo la primera de nuestra región (ya que todavía no existía Argentina como tal) y la tercera en América, hecho que por el cual, la ciudad de Córdoba también es conocida como “La Docta”. Luego, con el paso de los años, esta misma Universidad, iba a seguir haciendo historia, porque la misma fue el epicentro de la primera reforma universitaria en el mundo. Precisamente en el año 1918 (50 años antes que el mayo francés), se produce una revuelta que logra modificar la estructura de la Universidad: Autonomía, cogobierno de los estudiantes, eliminación de condiciones sociales de ingreso (razón por la cual, a partir de ese momento, cualquier persona podría ingresar libremente a la Universidad) y gratuicidad.
Arquitectónicamente, cabe destacar la silueta y el frente de la Iglesia de la Compañía, con sus dos campanarios y su interior ricamente decorado, donde sobresale el magnífico retablo del mejor estilo barroco latinoamericano del siglo XVII. Lo mismo puede señalarse de la Capilla Doméstica, con su retablo excepcional, la pintura ornamental de su bóveda y una rara imagen de la virgen encinta.
En cuanto a los edificios de la Universidad y del Colegio de Monserrat, son destacados ejemplos de la arquitectura construida alrededor de patios con claustros abovedados. Atención especial merece el Salón de Grados (antigua Capilla de Españoles), con su rica decoración barroca, y la Biblioteca Mayor, que conserva un importante número de volúmenes pertenecientes a la antigua Biblioteca Jesuítica (con libros recopilados entre los siglos XVI y XVIII), donde también se albergan libros incunables y 7 volúmenes especiales de Biblias impresas en 7 lenguas antiguas, de las 10 que existen en todo el mundo.
En definitiva, la visita de la “Manzana Jesuítica” es una experiencia altamente recomendable para cualquier visitante, donde no sólo se podrá conocer parte importante de la historia del desarrollo de nuestra región y de nuestro país, sino que además, el visitante tendrá la oportunidad de apartarse, aunque sea por un instante, de la velocidad del mundo moderno y revivir lugares, imágenes y aromas, pertenecientes a una época de pujanza, esplendor y esperanza, que lamentablemente hoy resulta difícil de encontrar.
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